Esta semana tuve el gran placer de recibir a mi amiga del colegio y su hermana en Barcelona. Su visita fue no más que otra razón para salir a la ciudad y probar nuevos restaurantes. Mi amiga había leído sobre el Raval, y como tomo clases en el campus de Historia y Geografía en la UB, decidimos que un almuerzo después de mis clases sería el plan ideal. Como mi amiga y su hermana no más están aquí por una semana, y yo, honestamente, había encontrado más bares que restaurantes en el Raval, dejé que ellas escogieran nuestro destino. Después de consultar su guía turística, decidieron ir al muy destacado restaurante Ca L’Estevet. 
 
El restaurante está humildemente presentando por afuera; se encuentra en un local pequeño de Valldonzella, al lado del Manchester Bar. Pero desde el primer paso que entras en el restaurante, puedes sentir su historia. Las paredes están cubiertas con fotos de personajes culturales de Barcelona y pósters de las vanguardias. Un bello mosaico delinea todo el local. La decoración da al restaurante, que en sí debería de ser muy lujoso, un ambiente personal y cómodo.
Ahora, el precio de la comida es otra cosa. En eso, el lujo del restaurante si salió a la luz. Cuando vimos la carta, estuvimos un poco sorprendidas de lo caro que era el restaurante (¡el menú del día costaba 18 euros!) pero decidimos intentarlo de todas maneras. Y tengo que decir que fue una buen decisión. Como ya me estaba haciendo el lujo de comer en este restaurante, decidí probar algo que nunca más comería. Ahora para que me entiendan tengo que explicarles un poco sobre mi gastronomía personal—cuando vine a Barcelona determiné ser vegetariana. Hace una semana que al fin, después de comer un poco de carne y pescado (sushi es mi punto débil) resolví dejar mi vegetarianismo, al menos para ocasiones especiales. Y esta contaba como tal. Entonces cuando le pregunte al camarero qué recomendaba y me dijo que el “Estofat de cua de bou” era su especialidad, no pregunté mas. Lo que no sabía es que “la cua” es la cola. ¡La cola de un buey! Nunca hubiera pensado que ni probaría la cola de nadie ni nada. Pero, y tal vez digo esto porque no he comido carne en mucho tiempo, en realidad fue la carne mas deliciosa que he comida. Claro que no es mucha, porque la cola es más hueso que nada, pero la carne sí tenía la perfecta textura; se derretía en la boca con cada mordisco.
Además de ese platillo, mi amiga pidió la sopa del día—un caldo de carne delicioso con una albóndiga. Su hermana pidió los muslos (esos si no los como) con una salsa marinera que chupamos del plato con el pan. Y todas compartimos un plato de escalibada con queso de cabra derretido. ¡Vivir en Barcelona me ha convencido que todo se mejora con un poco (o con mucho) de queso de cabra!
En resumen, aunque si nos costó dinero, Ca L’Estevet valió cada céntimo. El servicio fue excepcional, el local bello, la ubicación ideal, y la comida inolvidable. Se lo recomiendo a cualquiera que esté buscando salir un día y tomar una lujosa cena. Después uno podría ir por unas copas y perderse por el Raval.
Ca L’Estevet
Valldonzella, 46 08001
El Raval, Barcelona