Girona es una ciudad pequeña al este de Catalunya, a solamente 40 minutos de tren de Barcelona. Su centro histórico es uno de los mas importantes de la región porque concentra historia árabe y catalana.
 
La culminación de la belleza de la ciudad es, sin duda, la Catedral. La Catedral se sitúa en una posición elevada que domina toda la ciudad. El estilo es Gótico y es uno de los ejemplos más significativos del arquitecto Jaume Fabre. Todavía, durante la dominación árabe, la catedral fue usada como un centro de culto musulmán. En el interior, la catedral presenta varias capillas y un jardín muy relajante donde se puede pasear y contemplar.
 
La ciudad de Girona es famosa también por sus “banys àrabs”, construidos al inicio del siglo XII por el monarca Alfonso I. Los baños fueron la parte que me gustó más de Girona porque representan la antigua tradición romana de las termas. Esta tradición era muy importante en la época porque consistía en un rito de relajación, conversación y purificación. Eran un centro de agregación para la gente de la época y se han conservado hasta hoy en día.
 
Por último, en Girona comí las patatas bravas mejores que he comido hasta que llegue aquí en España en el bar Zonig. Entonces, si queréis buenas patatas bravas, ¡no os olvidéis de pasar por este barecito del centro de la ciudad antigua!